• En esta obra Zurbarán realiza una composición muy geométrica en tres planos: en el primero, San Hugo y el paje; el segundo, el almuerzo de los monjes; y el tercero, San Bruno y sus monjes saliendo de su ensueño.
• Sobre la pared, un cuadro, que más bien parece una ventana abierta al cielo, representa a la Virgen, el Niño y San Juan Bautista, advirtiéndonos de que los dos son protectores de la Orden.
• Existen dudas en cuanto a su cronología; para unos, es una composición “gótica”, de su primera etapa, con personajes muy rígidos y torpeza en el trazado que situarían el cuadro hacia 1629. Para otros, coincidiendo con un documento encontrado que hacía referencia a unas obras de una cúpula de la sacristía, que lo situaría entre 1652 y 1657.
• Por tanto, la rigidez de los monjes, es una técnica buscada por el pintor; Zurbarán quiso transmitir en los rostros todos los signos de su vida de penitencia: demacrados por el ayuno, absortos por la meditación, ejemplos vivos de la dura vida en la cartuja.
• Para ello, utiliza una paleta de blancos y grises, de azules transparentes, ocres y malvas que sólo contrastan con los colores más vivos de las túnicas de San Juan y la Virgen.
• Por último, destacar la magnífica realización de la naturaleza muerta que presenta el artista sobre la mesa, ordenada en un friso que, paralelo al que forman los monjes, acentúan el mensaje tan bien expresado del ayuno y penitencia cartujos
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